El Castillo-Palacio de la Calahorra es cualquier cosa menos un castillo normal y corriente. Este monumento ubicado en el Altiplano de Guadix es hoy el símbolo centenario de una historia fascinante de amores nobles y prohibidos, redenciones y fugas, anhelos y sueños cumplidos del Marqués del Cenete. Esa historia, y sobre todo la importancia del legado patrimonial de un edificio que se terminó de construir a principios del siglo XVI, se encuentra en ‘El Marqués del Cenete y el Castillo-Palacio de la Calahorra’, escrito y compilado por el profesor Miguel Ángel León Coloma para la Diputación de Granada en su colección Tahas, especialmente dedicada al patrimonio de la provincia.
Al encarar el diseño editorial de esta obra hemos equilibrado distintas variables. Una era la de encontrar una estructura visual que funcionara como propuesta de identidad gráfica para las obras procedentes de dicha colección, dejando suficiente margen de maniobra como para que cada entrega pudiera tener su propia personalidad. Otra muy importante ha sido el trabajo de maquetación de una obra profusa y detallada que contaba con mucha información, también gráfica, reuniendo entre sus páginas un legado de obras de arte y piezas de este palacio que con el paso de los siglos se han ido desperdigando por todo el mundo en colecciones privadas y museos. Con este libro podemos visitar el Castillo de la Calahorra y viajar cinco siglos en el tiempo para poder ver el esplendor de época con el que Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza diseño y erigió un palacio sin parangón en el sur de una nación que entonces empezaba a tomar forma.
El Marqués del Cenete soñó el palacio en el que vivir y disfrutar con su amada tras haber quedado fascinado por el Renacimiento italiano, que conoció de primera mano. Esa fue la arquitectura y el estilo que quiso para su castillo, y hasta hizo que viniera auténtico mármol de Carrara y adquirió obras de arte de autores italianos. En el diseño del libro que vuelve a reunir todos esos tesoros hemos dado protagonismo a las imágenes con sencillez en la maquetación, tipografías clásicas y, en su presentación, un estilo tardomedieval con ligaduras y uso de alternativas gráficas.