La disciplina central de un equipo creativo como el nuestro sigue siendo el diseño gráfico en sí mismo, es decir, la planificación y la construcción de mensajes visuales aplicados a un contexto para llegar a un público concreto.
En este gran cajón de sastre cabe el diseño de un cartel, una etiqueta, un folleto, la papelería (stationery) de una empresa, la adaptación de una identidad corporativa a un gran letrero, el diseño de una campaña publicitaria, de un banner, de la firma de un email, un dossier, un catálogo, la señalética de un edificio, la carta de un restaurante… Las posibilidades son infinitas.
Pero también surgen necesidades extraordinarias para las que una marca necesita diseño gráfico profesional. La flexibilidad consiste en adaptarse a esas necesidades estudiando el pasado, presente y futuro de un proyecto.
Es en estos casos donde se ponen a prueba los conocimientos fundamentales de un creativo, la base de la profesión. Y también es la oportunidad para poder poner en práctica la creatividad, que se esconde hasta en los detalles más pequeños.
Cuando tenemos que afrontar un encargo de diseño gráfico lo hacemos de forma transparente, explicándote sin misterios la forma de proceder y el resultado de nuestros análisis, para que entiendas cómo hemos materializado la idea y por qué.
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Notas musicales a flor de piel