El mundo conoció sus proezas cuando el automovilismo todavía era un deporte de supervivencia. Rudolf Caracciola era corredor por vocación, por instinto, porque todo su ser le obligaba a ello; porque pilotar coches de carreras era su vida y no le importaba que también pudiera ser su muerte. Fue el más exitoso piloto alemán de la primera mitad del siglo XX y uno de los hombres clave durante el domino de las «flechas de plata», los imbatibles bólidos de Mercedes y Auto Union, orgullo del Tercer Reich.
En su autobiografía, escrita en 1958, rememora los magníficos días del deporte del motor, cuando triunfos y derrotas, rivalidad y camaradería, amor y tragedia corrían de la mano en los circuitos de un mundo que agotaba las horas de una paz no duradera.
El diseño de portada toma como referencia principal uno de los modelos de vehículo con el que el protagonista del libro superó los records de velocida en su época. Ubicando la acción en uno de los circuito míticos donde se desempeñaban estas pruebas. A su vez, la composición del nombre del autor dellibro aporta dinamismo y equilibro al conjunto.